Este fin de semana hemos hecho un arroz con pollo y una tortilla de patatas para la gente de la oficina. Hemos preguntado dónde podemos comprar pollo y nos han señalado las gallinas a nuestro alrededor. Les hemos tenido que decir que lo queríamos ya muerto y a ser posible sin plumas.

Pedimos a nuestra cocinera que comprara el pollo y que lo preparara. Así que al rato aparece en casa con el bicho vivo y cacareando... Nosotros acostumbrados a un pollo limpio y troceado en su bandejita...

Al rato volvimos a la cocina y estaba el bicho muerto y sin plumas pero entero, y la cocinera se había ido. A David le tocó hacer de carnicero con un cuchillito de pelar patatas. Y lo que parecía un pollo enorme se quedó en un pollito portugués de ná. Echamos todo al arroz y como aquí se comen hasta los huesos no hubo que tirar nada a la basura, por lo menos sabemos que el pollo era de campo de verdad. Les encantó la tortilla de patatas y nos han pedido que les enseñemos a cocinarla.